martes, 20 de octubre de 2020

FRANCISCO PALMA BURGOS

 

 

 

                      FRANCISCO PALMA BURGOS

                         Y ALGUNAS DE  SUS OBRAS

 

   En los comienzos del agitado año 1918, concretamente el 12 de febrero, nace en Málaga Francisco Palma Burgos, en la casa-taller de la calle cobertizo del conde número 17.  Casa que Ángel Quiroga, comentarista de la ciudad, describe como, “remanso de paz y rebotica del arte” y a la que tan ligado están los comienzos de la obra de este artista malagueño.

   Es el primero de los hijos varones habidos del matrimonio entre Purificación Burgos Fernández y Francisco Palma García, gran escultor antequerano creador de la dinastía de los Palma.  Antes había nacido Purificación, después Mario y José María, ambos escultores, Dolores, Victoria y Carmen.

   Su niñez transcurre inmersa en un amplio ambiente artístico, posibilitado por las relaciones que su padre mantenía con el mundo creativo del momento, entre las que destacan su amistad con Mariano Benlliure o con Salvador Rueda.

   Francisco Palma Burgos disfrutaba creando, lo consideraba el arte de vivir, anhelaba las cosas bien hechas, adoraba el culto al detalle, faceta esta que le daba una seguridad pasmosa en lo que hacía.

   Con diez años se traslada a Antequera, donde realiza sus primeros estudios en la escuela de José Villalobos. A su regreso a Málaga ingresa en el Instituto nacional de enseñanza de la calle Gaona y comienza su aprendizaje como artista asistiendo a la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de la calle Carretería. Más tarde ingresa en la Escuela de Bellas Artes de San Telmo, ubicada en la plaza de la Constitución, donde obtuvo el Primer Premio de Modelado con su obra titulada Cabeza de discóbolo, que se conserva actualmente como modelo.

   En el año 1934, cuando contaba dieciséis años, fue pensionado por el Ayuntamiento de Málaga para continuar sus estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes de Madrid.

   Su estancia en Madrid se vio frustrada por el estallido de la Guerra Civil de 1936, que le obligó a regresar a Málaga, donde continuó su formación. En el año 1937 obtuvo el Premio de Pintura de la Sociedad Económica de Amigos del País, y la Medalla de Oro en la Exposición de san Rafael en Córdoba, a la que presentó Busto de Dolorosa. La obra fue adquirida por Esteban Pérez Bryan, siendo cedida más tarde por la familia a la iglesia de Santo Domingo.

   El año 1938 supone un hito importante en su vida, ya que el 19 de diciembre fallece su padre, lo que lo convierte en el maestro del taller familiar, que tenía una actividad muy importante, ya que una gran parte de la escultura religiosa malagueña había sido destruida en los incendios y quemas de iglesias y conventos los años de la II República y la Guerra Civil. Su primer trabajo fue la terminación de la obra del Cristo de los Milagros de la hermandad de Zamarrilla, que había sido iniciada por su padre. Es también el momento en el que empieza a recibir todo tipo de reconocimientos sociales y profesionales. Es nombrado profesor asistente de Modelado y Escultura de la Escuela de Bellas Artes de San Telmo y asesor artístico de la Junta de Reconstrucción Pro- Obispado. De este modo se convierte en el escultor preferido por las cofradías e instituciones religiosas de Málaga para la restitución de las imágenes titulares destruidas.

 

                EL SANTÍSIMO  CRISTO DE LOS MILAGROS 

                                   “ZAMARRILLA”

                         

 

      Fue el día 10 de septiembre de 1788 cuando se aprobaron las primeras constituciones, lo que de facto y de iure significaba el arranque histórico de la corporación de Zamarrilla.  En 1889, siendo obispo de Málaga don Marcelo Spinola y Maestre, se aprueban los estatutos de la Ilustre y Venerable Hermandad del Santo Cristo de Zamarrilla.

      Tras un periodo en que la fraternidad prácticamente deja de tener vida corporativa, el 1 de mayo de 1921, se instruye la Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores.  Fue un año más tarde, el 16 de marzo de 1922,  cuando ingresó oficialmente en la recién fundad Agrupación de cofradías de Semana Santa de Málaga.  Entre la fecha de su ingreso y la de la primera salida procesional, hecho que se produce el Jueves Santo, el 13 de abril de 1922, se procedió cambiar la advocación de la titular denominándose a partir de entonces María Santísima de la Amargura. 

    La nueva hermandad del Santísimo Cristo de los Milagros y María Santísima de la Amargura estableció su sede canónica en la Iglesia de la Santa Cruz y San Felipe Neri hasta el año 1945.

   El 15 de febrero de 1986, el Obispo de Málaga aprueba la inclusión de una adenda en los estatutos, estableciendo la nueva y actual denominación de la corporación:  Real y Excelentísima Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Santo Suplicio, Santísimo Cristo de los Milagros y María Santísima de la Amargura.

   En los últimos años de fraternidad ha mejorado su patrimonio con la adquisición de algunas piezas relevantes, entre ellas, los nuevos tronos procesionales. Del mismo modo, a las sucesivas reformas a que ha sido sometida la ermita, se añade la edificación de la Casa Hermandad.

   Pero sin lugar a duda, el hecho que marcó un antes y un después en la vida de la Hermandad, fue la coronación canónica de María Santísima de la Amargura.  Sucedió el 25 de octubre de 2003.  Este hecho no venía más que a corroborar la intensa devoción que durante más de dos siglos ha suscitado la Virgen de la Ermita, María Santísima de la Amargura, nuestra Virgen de Zamarrilla.

   La Virgen de la Amargura actual, viene a sustituir a una dolorosa anónima perdida en 1931 cuando la quema de la ermita.  Fue adquirida en 1934 en Álora (Málaga), donde era conocida como Virgen del Amparo. Siempre se le ha atribuido diversos autores, hasta que las últimas investigaciones del profesor Sánchez López, le han puesto autor y fecha.  Fue Antonio Gutiérrez de León y Martínez, su autor en la segunda mitad del siglo XIX.

 

    En diciembre de 1938, Francisco Palma García, (padre) recibe el encargo, por parte de Manuel García Cabas, gran malagueño y cofrade, de hacer un Cristo crucificado para la ermita de Zamarrilla.  Pero dicho trabajo no pudo realizarlo ya que murió el 19 del mismo mes.  Por este motivo, el encargo pasó a su hijo Francisco Palma Burgos, quien en Navidad de ese mismo año, comenzó la armadura de la obra, cargando con una gran responsabilidad a sus 20 años de edad.   Fue un trabajo duro y agotador en el que hubo de emplear muchísimas horas de dedicación y sacrificios. La imagen quedó terminada en dos meses, siendo la primera obra de la gran trayectoria de este magnífico escultor. 

   La advocación del Cristo de los Milagros, nació en una reunión que se celebró en el taller de Palma en febrero de 1939.  Cuando ya el Cristo estaba modelado en barro y por la belleza de la obra escultórica, quisieron darle nombre.  Entonces uno de los reunidos dijo: “¿Y por qué no le llamamos Cristo de los Milagros?” Puesto que ha sido un milagro que podamos tener una imagen en tan poco tiempo.  A partir de aquí, se le viene llamando con esa advocación.

 

 

                        SANTÍSIMO CRISTO DE LA BUENA MUERTE

                                                   “MENA”

 

   En el año 1940 realiza una de sus obras más importantes, El Cristo de la Buena Muerte, que debía sustituir a la obra realizada por Pedro de Mena, que fue quemada en al año 1931. Se hicieron gestiones para que la obra fuera expuesta en Madrid, en el Palacio de Cristal, pero fue rechazada por la juventud del autor. A pesar de ello se consiguió la protección de altos personajes del régimen franquista, como José Luis Arrese y Millán Astray, para que fuera presentada en el año 1942 en el Salón Cano de Madrid. La obra recibió todo tipo de felicitaciones y reconocimientos, entre los que destacó la pensión concedida por el Centro de Relaciones Culturales del Ministerio de Asuntos Exteriores para cursar estudios en la Escuela de Bellas Artes de Roma, donde se graduó en el año 1943.

   En la década de 1940, se instala temporalmente en Madrid, donde obtiene el Primer Premio convocado por los duques de Medinaceli para la realización del trono del Cristo de la iglesia de los padres capuchinos. Participa, en competencia con los talleres Granda y Loscertales, con dos diseños;  uno en maqueta y otro en acuarela. Durante su estancia madrileña realizará varias obras enmarcadas dentro de la tradición neobarroca para la cofradía de los Carpinteros de la iglesia de la Santa Cruz de la calle de Atocha, así como de temática profana, como fue la Ninfa, realizada en mármol y estética clasicista para los jardines de la residencia de Nino Nanetti.

 

   En el año 1949 deja el taller de Madrid y se instala en la iglesia de Santa Marina de Andújar, que se encontraba cerrada al culto. Al año siguiente se traslada a la ciudad de Úbeda, donde monta su taller en la iglesia de Santo Domingo. Durante diez años mantendrá una ingente actividad que abarca la pintura, la restauración, los monumentos urbanos, imágenes religiosas y tronos procesionales para iglesias y cofradías de la comarca.  Las cofradías de  la ciudad de Úbeda se pusieron en contacto con Paco Palma para que se encargara de recuperar todo lo desaparecido durante se segunda república (1931) y la guerra civil (1936).  Hubo en dicho encargo un aliciente para el;  encontrarse con su amigo don Andrés Fuente Garayalde, consejero y sostén de lo efectivo, y con don Julián Fernández Campos, un acaudalado empresario, que le propició seguridad económica.

   Ciertamente Úbeda se entrego con el artista, y no había absolutamente nada en lo que Palma Burgos no interviniera, tanto en aspecto de Semana Santa que en los encargos que el propio Ayuntamiento le encomendaba.  Entre los trabajos más importantes realizados en Úbeda debemos destacar el frontis de la Iglesia de las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia, la pintura del Oratorio del Convento de San Juan de la Cruz, al que le incorporó un mausuleo con la estatua del Santo en piedra y todas las imágenes de las cofradías de la Entrada de Jesús en Jerusalén, La Columna, el Santo Entierro y el Resucitado.

   En 1960 se produce un brusco cambio en su trayectoria vital y artística. Decide trasladarse a Italia y abrir un nuevo taller en la localidad de Castell Sant’Elia, cerca de la ciudad de Viterbo. A partir de ese momento abandona la escultura y se dedica a la pintura y a la restauración de frescos con el Vaticano, el Palacio de los Borgia en Civita Castellana y el Duomo de Nepi. En esta época recibió numerosos premios y distinciones como el Dante Alighieri, Leonardo da Vinci, Ministro Della Difesa, Medalla de Oro y Diploma en la Exposición Internacional de Castello Farnese de 1962, medallas de oro de las ciudades de Castell Sant’Elia, Visso, Foggia y Nepi, e ingresa como miembro de la Escuela Viterbina y de la Accademia Tiberina de Roma.

   A pesar de su estancia italiana, nunca dejará de estar en contacto con su ciudad natal, realizando varias exposiciones en los sesenta. En 1985, el año de su muerte, se le encarga su última obra, el Jesús del Santo Suplicio, de la cofradía de Zamarrilla, lo que le haría exclamar a cuatro meses de su fallecimiento el 31 de diciembre: “Con Zamarrilla empecé a mis 20 años y con Zamarrilla termino”.

 

OBRAS.- EL busto de Santa María Magdalena, 1937 Cristo de los Milagros, 1938; Nuestro Padre Jesús de la Humillación y el Perdón, 1938; Monumento a los Caídos, 1939; Trono de María Santísima de la Paz, 1939; Cristo de la Sangre, 1940; Cristo de la Buena Muerte, 1940; Grupo de la Piedad, 1940; Sagrado Corazón de Jesús, 1940; Nuestra Señora del Rosario, 1940; Nuestro Padre Jesús del Perdón, 1940; Nuestro Padre Jesús de la Columna, 1940; Nuestra Señora del Carmen, 1940; Monumento a los Caídos, 1940; Trono de Nuestro Padre Jesús Nazareno del Paso, 1940; Trono del Cristo de la Buena Muerte, 1940; Tronos del Cristo de la Sangre y de María Santísima de la Consolación, 1940; Virgen de la CarolinaNuestro Padre Jesús Nazareno y Nuestra Señora de los Dolores; Retablo del altar mayor de la iglesia de la Trinidad de AntequeraRetablo del altar del Cristo de los Mutilados; Retablo del altar de San Rafael; Trono del Cristo de Medinaceli, 1946; Altar de San José, 1946; Trono para el Cristo yacente,1946; La Ninfa, 1947; Cristo de la Columna “Jesús de la Humildad”; Cristo yacente; Grupo escultórico del Santo Entierro; Retablo del altar de la iglesia de San Miguel en Andújar; Retablo del altar del Cristo yacente; Nuestro Padre Jesús Resucitado, 1949; Trono para el Cristo de la Columna de Úbeda, 1949; Trono para la Virgen de las Angustias de Jaén, 1949; Nuestro Padre Jesús de la Entrada en Jerusalén, 1950-1959; Trono para el Cristo de la Entrada en Jerusalén, 1950-1959; Cristo de la Noche Oscura, 1950-1959; María Santísima de la Caridad, 1950-1959;Trono del Cristo de la Humildad, 1950-1959; Nuestra Señora de los Dolores, 1950-1959; Tronos de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Nuestra Señora de los Dolores, 1950-1959; Trono del Cristo de Expiración, 1950-1950; Trono del Descendimiento de Nuestro Señor Jesucristo, 1950-1959; Trono de Nuestro Señor Resucitado, 1950-1959; Cristo yacente, 1950-1959; Retablo de la iglesia de San Isidoro de Úbeda, 1950-1959; Retablo de la iglesia de San Nicolás de Úbeda, 1950-1959; Retablo de la iglesia de Santa María de Úbeda, 1950-1959; Monumento a San Juan de la Cruz,1950-1959; Pinturas monumentales del Oratorio de San Juan de la Cruz, 1950-1959; Escultura yacente de San Juan de la Cruz, 1950-1959; Frontis de la iglesia de Cristo Rey en Úbeda, 1950-1959; Cristo del Amor, 1950-1959;Monumento a la Inmaculada, 1956; Jesús del Santo Suplicio, 1985.

 

           SANTÍSIMO CRISTO DE LA BUENA MUERTE Y ÁNIMAS

 

                                              “MENA”

 

   La escultura, que costó 30 000 de las antiguas pesetas y sufragadas por un grupo de congregantes, es una reinterpretación del original, como si el escultor Pedro de Mena hubiera guiado las manos de Palma desde el cielo.  (Pedro de Mena (Granada, 1628 - Málaga, 1688) es uno de los más afamados escultores del barroco español, que se dedicó principalmente a la realización de imaginería religiosa; oficio al que también se había dedicado su padre, Alonso de Mena, y de quien heredó un taller en Granada. Además, tuvo otro taller instalado durante treinta años en Málaga, a donde se había dirigido para participar en una de sus obras más reconocidas, la sillería del coro de la Catedral de Málaga. En esta ciudad ejecutó gran cantidad de encargos, especialmente para órdenes religiosas.

   Entre sus obras de este último período figuran las tallas policromadas de San Francisco de Asís, de la catedral de Toledo, el San Pedro de Alcántara de los Capuchinos de Granada, la Dolorosa de las Descalzas Reales de Madrid, y la impresionante Magdalena Penitente, también para las Descalzas.)

   Es lo que algunos han llamado la recreación admirable de lo único, la recreación del Cristo de Mena, aunque no es una copia exacta. Las diferencias entre ambos Cristos son obvias: el de Palma presenta unas proporciones un poco más grandes, la pierna izquierda descansa sobre la derecha (en el de Mena es al contrario), tiene los cabellos de forma distinta y el anudado del paño de pureza lo tiene en el lado derecho, mientras que Mena lo talló en la parte izquierda. Pero en líneas generales coinciden la plástica de la escultura y el tamaño de los brazos, que son más cortos con respecto al resto de la imagen.

   A pesar de todo ello, el Cristo continúa llamándose de Mena recordando al que desapareció, y que dio y da nombre y se le conoce popularmente, desde sus orígenes, a esta cofradía. En 2008 fue restaurado por Maite Real Palma, que realizó los trabajos de limpieza y recuperación del mismo. El rostro del crucificado de Palma Burgos representa la muerte personificada. Tiene la boca entreabierta y se le aprecian los detalles de los dientes y la lengua. Por las sienes cae la sangre de la corona de espinas (que un congregante elabora cada año y que se le impone antes de la salida procesional) hasta empapar y enlazar los cabellos rizados. Las manos y los pies, desfigurados.

   Los brazos y las piernas están amoratados. Los ojos inertes. El reguero de sangre fluye por todo el cuerpo, del mismo modo que el que mana de la herida del costado derecho. El Cristo pende de una cruz arbórea yerto, aunque su cuerpo, de complexión fuerte, irradia amor. Todo está consumado. Una imagen que impresiona, que impacta. Todo una lección de anatomía, según describe el doctor Aurelio Díaz en su estudio anatómico de la talla, que es de estilo neobarroco. El conjunto de esta representación pasionista lo completa la figura de María Magdalena, que arrodillada, llora desconsolada a los pies del Santísimo Cristo. No puede comprender cómo Jesús ha acabado en la cruz. También obra de Francisco Palma Burgos en 1945, forma el Calvario tradicional anterior a 1931 y presenta una larga cabellera suelta sobre la que circunda una aureola. En 2006 fue restaurada por Estrella Arcos, que llevó a cabo una profunda labor para devolverle todo su esplendor original.

   La Virgen de la Soledad era una dolorosa del siglo XVIII, titular de la antigua hermandad de Nuestra Señora de la Soledad, al amparo del convento de Santo Domingo. Realizaba su salida procesional el Viernes Santo y asistían el Concejo y todos los nobles de la ciudad. Hay que reseñar la obtención de la ‘Misa de Privilegio’ a celebrar cada Sábado Santo por la intercesión de la Virgen en el salvamento de la tripulación de una fragata de la Armada española frente a las costas malagueñas. Momento en el que nace una vinculación de Nuestra Señora de la Soledad y la Armada, Hermano Mayor Honorario de la cofradía, que en 2006 se conmemoraron los 250 años con diversos actos.

 

 

 

                EL SANTÍSIMO  CRISTO DE LOS MILAGROS 

                                   “ZAMARRILLA”

                          

 

   Fue el día 10 de septiembre de 1788 cuando se aprobaron las primeras constituciones, lo que de facto y de iure significaba el arranque histórico de la corporación de Zamarrilla.  En 1889, siendo obispo de Málaga don Marcelo Spinola y Maestre, se aprueban los estatutos de la Ilustre y Venerable Hermandad del Santo Cristo de Zamarrilla.

   Tras un periodo en que la fraternidad prácticamente deja de tener vida corporativa, el 1 de mayo de 1921, se instruye la Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores.  Fue un año más tarde, el 16 de marzo de 1922,  cuando ingresó oficialmente en la recién fundad Agrupación de cofradías de Semana Santa de Málaga.  Entre la fecha de su ingreso y la de la primera salida procesional, hecho que se produce el Jueves Santo, el 13 de abril de 1922, se procedió cambiar la advocación de la titular denominándose a partir de entonces María Santísima de la Amargura. 

    La nueva hermandad del Santísimo Cristo de los Milagros y María Santísima de la Amargura estableció su sede canónica en la Iglesia de la Santa Cruz y San Felipe Neri hasta el año 1945.

   El 15 de febrero de 1986, el Obispo de Málaga aprueba la inclusión de una adenda en los estatutos, estableciendo la nueva y actual denominación de la corporación:  Real y Excelentísima Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Santo Suplicio, Santísimo Cristo de los Milagros y María Santísima de la Amargura.

   En los últimos años de fraternidad ha mejorado su patrimonio con la adquisición de algunas piezas relevantes, entre ellas, los nuevos tronos procesionales. Del mismo modo, a las sucesivas reformas a que ha sido sometida la ermita, se añade la edificación de la Casa Hermandad.

   Pero sin lugar a duda, el hecho que marcó un antes y un después en la vida de la Hermandad, fue la coronación canónica de María Santísima de la Amargura.  Sucedió el 25 de octubre de 2003.  Este hecho no venía más que a corroborar la intensa devoción que durante más de dos siglos ha suscitado la Virgen de la Ermita, María Santísima de la Amargura, nuestra Virgen de Zamarrilla.

   La Virgen de la Amargura actual, viene a sustituir a una dolorosa anónima perdida en 1931 cuando la quema de la ermita.  Fue adquirida en 1934 en Álora (Málaga), donde era conocida como Virgen del Amparo. Siempre se le ha atribuido diversos autores, hasta que las últimas investigaciones del profesor Sánchez López, le han puesto autor y fecha.  Fue Antonio Gutiérrez de León y Martínez, su autor en la segunda mitad del siglo XIX.

 

  En diciembre de 1938, Francisco Palma García, (padre) recibe el encargo, por parte de Manuel García Cabas, gran malagueño y cofrade, de hacer un Cristo crucificado para la ermita de Zamarrilla.  Pero dicho trabajo no pudo realizarlo ya que murió el 19 del mismo mes.  Por este motivo, el encargo pasó a su hijo Francisco Palma Burgos, quien en Navidad de ese mismo año, comenzó la armadura de la obra, cargando con una gran responsabilidad a sus 20 años de edad.   Fue un trabajo duro y agotador en el que hubo de emplear muchísimas horas de dedicación y sacrificios. La imagen quedó terminada en dos meses, siendo la primera obra de la gran trayectoria de este magnífico escultor. 

La advocación de del Cristo de los Milagros, nació en una reunión que se celebró en el taller de Palma en febrero de 1939.  Cuando ya el Cristo estaba modelado en barro y por la belleza de la obra escultórica, quisieron darle nombre.  Entonces uno de los reunidos dijo: “¿Y por qué no le llamamos Cristo de los Milagros?” Puesto que ha sido un milagro que podamos tener una imagen en tan poco tiempo.  A partir de aquí, se le viene llamando con esa advocación.

 

 

                 NUESTRO PADRE  DE LA HUNLLACIÓN

 

 

   Tras los trágicos sucesos de mayo de 1931 se creó el 14 de agosto un comité de la Agrupación de Cofradías.  En 1934 se creó una Comisión pro Semana-Santa y en 1935  las cofradías buscaron la manera de volver a procesionar a sus titulares.

   La Hermandad de Ntro. Padre de la Humillación entró en contacto con el joven escultor Francisco Palma Burgos que se comprometió a tallar una imagen similar a la del titular perdido, por el precio de 6.000 pts. El 4 de abril quedaron expuestas las imágenes del Cristo de la Sangre y Humillación en la Academia de Bellas Artes y el martes 8 se procesionó en la Semana Santa. Ahora bien, la junta de gobierno no estaba conforme con la talla debido a la precipitación del escultor, que había abierto taller en Madrid y había sido becado en Italia. Argumentan que dejo la talla al taller por lo que solicitaban una modificación. El artista se comprometió por 800 pesetas a tallar una nueva imagen y esta se vendió en Úbeda. La nueva imagen titular la talló Palma Burgos, aunque tampoco cumplió el contrato de llevar la túnica tallada.

   La segunda disertación corrió a cargo del secretario de la Hermandad, el Dr. Don Rafael Retana Rojano que abordó las incidencias en el encargo al imaginero Francisco Palma Burgos, por aquel entonces joven escultor malagueño, de la realización de una nueva figura de Jesús de la Humillación, basada en la documentación depositada en el archivo de la Hermandad. La nueva imagen titular no se ajustaba al criterio de la Junta de gobierno, pues no mostraba la vestidura tallada. Ahora bien, determinadas circunstancias condicionaron a que la nueva talla saliera ese año en la procesión con una túnica de tela y un cíngulo que constituyen hoy una de sus señas de identidad.

   En mayo de 1936, en la Exposición Regional de Bellas Artes, que se celebró en Córdoba, en el Instituto Nacional de Segunda Enseñanza, Francisco Palma Burgos presentó los óleos: Eucaliptos, Subida a la Coracha y Apuntes de Málaga, así como un Retrato realizado en Acuarela.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                

                               BIBLIOGRAFÍA

 

 

 

 J. Molina Hipólito, Guía de Úbeda, Madrid, Ministerio de Educación Nacional, 1965;

M. P. Pereiro Barbero y J. M. Morales Folguera, “El imaginero malagueño

Francisco Palma Burgos. Apuntes biográficos (1918)”, en Boletín de Arte, 3 (1982), págs. 69-92;

M. Téllez Laguna, Paco Palma. Escultor-imaginero 1887-1938, Málaga, Real y Excma. Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Santo Suplicio, Santísimo Cristo de los Milagros y María Santísima de la Amargura, 1985;

A. Clavijo García, La Semana Santa Malagueña en su iconografía desaparecida, II parte, Málaga, Editorial Arguval, 1987; La Semana Santa Malagueña en su iconografía desaparecida, I parte, Málaga, Editorial Arguval, 1987;

 J. Jiménez Guerrero y J. A. Sánchez López, Zamarrilla. Historia, iconografía y patrimonio artístico-monumental, Málaga, Real y Excma. Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Santo Suplicio, Santísimo Cristo de los Milagros y María Santísima de la Amargura, 1994;

 J. A. Sánchez López, El alma de la madera. Cinco siglos de iconografía y escultura procesional en Málaga, Málaga, Real y Excma. Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Santo Suplicio, Santísimo Cristo de los Milagros y María Santísima de la Amargura, 1996;

 F. Toral Valero, Vida y obra de Palma Burgos, Úbeda, El Olivo, 2004.

M.M.M.   Revista Péndulo número 17.  Pags. 128 – 139

M.M.M.  José Jiménez Guerrero. El Cristo de los Milagros.

M.M.M.  Boletín de Arte número 3.  Universidad de Málaga pags. 79-91

 

 

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