HERMANDAD DE LA VIRGEN DE AMARGURA “ZAMARRILLA”
MÁLAGA
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Manuel Garrido
Málaga
BREVE RESEÑA
HISTÓRICA
HERMANDAD DE
ZAMARRILLA.
MARÍA SANTÍSIMA
DE LA AMARGURA ACTUAL Y
SANTÍSIMO CRISTO
DE LOS MILAGROS.
LA ROMERÍA DE
ZAMARRILLA, UN FENÓMENO SOCIOLÓGICO
EXTINGUIDO.
UNA CRUZ EN UN
CAMINO
LA LAYENDA DEL BANDOLERO
ZAMARRILLA
LA REALIDAD DE LA
CRUZ DE ZAMARRILLA
BIBLIOGRAFÍA.
BREVE RESEÑA HISTÓRICA
Algunos
historiadores sitúan las raíces históricas del lugar conocido en Málaga como
“Zamarrilla” en la época de dominación musulmana, pero no sería hasta después de la conquista
de la ciudad, en 1487, cuando se posean notas escritas que atestigüen su
existencia. Se trata de una escritura
de principio del siglo XVI, fechada en
marzo de 1510, en la que se reseña la existencia de un denominado huerto de
“Zamarrilla” incluido en las posesiones del Cabildo de la Catedral de Málaga.
En 1788 se fundó la
Hermandad del Santo Cristo de Zamarrilla (de carácter funerario) que fue fruto
de una corriente devocional nacida años atrás en torno a una Cruz situada en
los arrabales de Attamanín a extramuros de la ciudad. La Hermandad instaba a sus hermanos a que se
dedicaran a alabar al Señor, a darle culto y a ejercitar la caridad.
Dentro de la propia
cofradía nació una vertiente dedicada al culto externo en 1792, la de la
Congregación del Santo Rosario de nuestra Señora de los Dolores. En la centuria
decimonónica, la Virgen de los Dolores efectuó salidas procesionales, en 1849,
1851 y 1867. Tras un periodo de
postración el 1 de mayo de 1921, se
instituyó la Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores, sin el
crucificado de Zamarrilla, el que había dado nombre a la antigua Cofradía. Un año después, ingresó en la Agrupación de
Cofradías, cambiando su advocación mariana por la de Amargura. En 1926, se incluyó a un nuevo titular,
Nuestro Padre Jesús del Santo Suplicio.
La Hermandad perdió sus imágenes y patrimonio el 12 de mayo de
1931. No obstante, un buen número de
entusiastas cofrades constituyó en 1938 la cofradía del Santísimo Cristo de los Milagros y María Santísima de la
Amargura. Se estableció en la parroquia
de San Felipe Neri hasta la construcción de restauración de la ermita. La Virgen de Zamarrilla fue coronada
canónicamente en la Catedral de Málaga el día 25 de octubre de 2003.
HERMANDAD DE ZAMARRILLA
Hablar de los
inicios de una corporación o cualquier acontecimiento histórico constituye, la
más de las veces, una cuestión bastante espino para el historiador. Las lagunas documentales acarreadas por
factores ya endógenos (ausencia de
libros, desidia en la conservación de los documentos) ya exógenos (destrucciones,
saqueos, dispersión de las fuentes, se hacen sentir con mayor contundencia, si
cabe, en el caso de la Hermandad de Zamarrilla, al tratarse de una institución
cuyo devenir histórico, generalmente fragmentario, atraviesa la más variada forma
como fruto de un complicado proceso de transformaciones y refundaciones, lo que
coadyuva a hacer aún más difícil la misión del estudioso.
Desde que Antonio
Barranquero pusiera en 1756 el embrión de su ulterior y fluctuante proceso de
configuración institucional, la Hermandad de la Amargura ha venido ocupando un
verdadero lugar de privilegio dentro del
contexto de las cofradías de Pasión malacitana.
La devoción popular canalizada hacia una ermita “extramuro de la ciudad”
hoy enclavada en pleno casco urbano, lograría a dar sentido a esa inquietud de
agrupamiento colectivo que quedaría plasmado y consolidado en un núcleo
corporativo, profundamente identificado en la esencia y carácter de un barrio.
Con la llegada del
nuevo siglo, la Hermandad de Zamarrilla caminaría hacia la consecución de su
consolidación interna y externa en el seno de la esfera ciudadana al permanecer
prácticamente impasible ante las tormentas de Exclaustración y la
desamortización, que hicieron sucumbir a tantas cofradías y aletargaron a otras
muchas que se encontraron expulsadas de sus templos, con sus altares derribados
y sus recursos confiscados.
La súbita aparición
de la Congregación del Patriarca Señor San José y su erección en la Ermita de
Zamarrilla, constatada al menos desde 1851, demuestra la gran vitalidad que el
asocianismo religioso gozaba en el marco del barrio de la Trinidad.
“En la ciudad de
Málaga en treinta de un día del mes de agosto de mil setecientos ochenta y ocho
años, estando en la capilla de nuestro Padre Jesús Crucificado con el título de
Zamarrilla, situado al final de la calle de los Mármoles, barrio de la
Santísima Trinidad, extramuros de dicha ciudad, juntos y agregados a son de
campana tañida, los devotos de la referida Soberana Ymagen a efecto de celebrar
este cabildo y en él acordar los capítulos de constituciones que les sirviese
de regla y buen gobierno…”
“Eran nuestros
inicios…..Años atrás, Antonio Barranquero, promotor y artífice de la
realización de un rosario callejero, junto con otros devotos de una Santa Cruz
que se situaba en el campillo de la Trinidad, con las limosnas y monedas
obtenidas a través de sorteo de unas baratijas, consiguió alzar una pequeña
edificación que, a partir de entonces, fue el referente devocional inequívoco
de un entorno.”
Fue el día 10 de
septiembre de 1788 cuando se aprobaron las primeras constituciones, lo que de
facto y de iure significaba el arranque histórico de la corporación de
Zamarrilla. En 1889, siendo obispo de
Málaga don Marcelo Spinola y Maestre, se aprueban los estatutos de la Ilustre y
Venerable Hermandad del Santo Cristo de Zamarrilla.
Tras un periodo en
que la fraternidad prácticamente deja de tener vida corporativa, el 1 de mayo
de 1921, se instruye la Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores. Fue un año más tarde, el 16 de marzo de 1922, cuando ingresó oficialmente en la recién
fundad Agrupación de cofradías de Semana Santa de Málaga. Entre la fecha de su ingreso y la de la
primera salida procesional, hecho que se produce el Jueves Santo, el 13 de
abril de 1922, se procedió cambiar la advocación de la titular denominándose a
partir de entonces María Santísima de la Amargura.
La nueva hermandad
del Santísimo Cristo de los Milagros y María Santísima de la Amargura
estableció su sede canónica en la Iglesia de la Santa Cruz y San Felipe Neri
hasta el año 1945.
El 15 de febrero de
1986, el Obispo de Málaga aprueba la inclusión de una adenda en los estatutos,
estableciendo la nueva y actual denominación de la corporación: Real y Excelentísima Hermandad de Nuestro
Padre Jesús del Santo Suplicio, Santísimo Cristo de los Milagros y María
Santísima de la Amargura.
En los últimos años
de fraternidad ha mejorado su patrimonio con la adquisición de algunas piezas
relevantes, entre ellas, los nuevos tronos procesionales. Del mismo modo, a las
sucesivas reformas a que ha sido sometida la ermita, se añade la edificación de
la Casa Hermandad.
Pero sin lugar a
duda, el hecho que marcó un antes y un después en la vida de la Hermandad, fue
la coronación canónica de María Santísima de la Amargura. Sucedió el 25 de octubre de 2003. Este hecho no venía más que a corroborar la
intensa devoción que durante más de dos siglos ha suscitado la Virgen de la
Ermita, María Santísima de la Amargura, nuestra Virgen de Zamarrilla.
MARÍA
SANTÍSIMA DE LA AMARGURA ACTUAL,
(ZAMARRILLA) Y SANTÍSIMO CRISTO DE LOS
MILAGROS
VIRGEN DE LA
AMARGURA.- La Virgen de la Amargura
actual, viene a sustituir a una dolorosa anónima perdida en 1931 cuando la
quema de la ermita. Fue adquirida en
1934 en Álora (Málaga), donde era conocida como Virgen del Amparo. Siempre se
le ha atribuido diversos autores, hasta que las últimas investigaciones del
profesor Sánchez López, le han puesto autor y fecha. Fue Antonio Gutiérrez de León y Martínez, su
autor en la segunda mitad del siglo XIX.
EL CRISTO DE LOS
MILAGROS.-
En diciembre de 1938, Francisco Palma García, (padre) recibe el encargo,
por parte de Manuel García Cabas, gran malagueño y cofrade, de hacer un Cristo
crucificado para la ermita de Zamarrilla.
Pero dicho trabajo no pudo realizarlo ya que murió el 19 del mismo mes. Por este motivo, el encargo pasó a su hijo
Francisco Palma Burgos, quien en Navidad de ese mismo año, comenzó la armadura
de la obra, cargando con una gran responsabilidad a sus 20 años de edad. Fue un trabajo duro y agotador en el que
hubo de emplear muchísimas horas de dedicación y sacrificios. La imagen quedó
terminada en dos meses, siendo la primera obra de la gran trayectoria de este
magnífico escultor.
La advocación de del Cristo de los Milagros, nació en una
reunión que se celebró en el taller de Palma en febrero de 1939. Cuando ya el Cristo estaba modelado en barro
y por la belleza de la obra escultórica, quisieron darle nombre. Entonces uno de los reunidos dijo: “¿Y por
qué no le llamamos Cristo de los Milagros?” Puesto que ha sido un milagro que
podamos tener una imagen en tan poco tiempo.
A partir de aquí, se le viene llamando con esa advocación.
LA
“ROMERIA DE ZAMARRILLA”
UN FENÓMENO SOCIOLÓGICO
EXTINGUIDO.
No consta la
celebración de un acto de romería teniendo como centro una imagen dolorosa que
se procesionase durante la Semana de Pasión;
modelo iconográfico, por otro lado, más que discutible con un fin
festivo. Sin embargo, a pesar de estas
premisas iniciales, se constata cómo a finales de los años veinte va a ser
precisamente la “Dolorosa de Zamarrilla” la que sirva como justificación y eje
central para la celebración de una romería que, como veremos, sólo se
desarrolló durante dos años. Sería la
primera vez que una Hermandad de Pasión organizara, en este caso al alimón con
la Junta de Festejos del Ayuntamiento de Málaga, el desarrollo de esta fiesta.
¿Por qué
precisamente Zamarrilla? El arraigo
popular y la propia idiosincrasia del barrio donde se ubica la Ermita
constituyen una respuesta válida para el interrogante precedente; asimismo su situación en las afueras de la
ciudad vendría a prestar un elemento muy a tener en cuenta. A estas circunstancias había que añadir la
predisposición favorable de los directivos de la Hermandad para que tal evento
se desarrollase bajo su auspicio y tutela ya que realmente de ellos partió la
idea.
Creemos que esta
surgió con una finalidad eminentemente positivista en el sentido de arraigar
aún más la Hermandad entre los malagueños y que, si bien la Virgen de la
Amargura era venerada y formaba parte de la colectividad malagueña, y a pesar
de los esfuerzos desplegados por la Junta de Gobierno en los años veinte para
dotar a la Cofradía de un contingente patrimonial que la semejase a otras del
contexto procesionista malagueño, aún no se había logrado la equiparación con
otras Hermandades. Sin olvidar en este sentido, la conexión e íntima
relación “ermita-romería” como elementos inseparables y consustanciales en
estas celebraciones dentro del contexto de la cultura y antropología andaluza.
La “Romería de Zamarrilla” constituía en los años veinte un fenómeno
arraigado y tradicional en los festejos que se celebraban durante el mes de agosto,
así como que su destino fue siempre la zona de los tejares de la Colonia de
Santa Inés.
Pero los estudios
realizados, rompe este aserto creído y
mantenido hasta la fecha, para asegurar que esta fiesta sólo se desarrolló
durante dos años, y que sus destinos fueron en 1929, la Colonia de Santa Inés,
y en 1930, el “Río Málaga”, es decir, el río Guadalhorce, y concretamente la
zona de los viveros.
El día 13 de Agosto
la comisión constituida al efecto se trasladó a la cercana población de la Colonia
de Santa Inés, lugar escogido para la
celebración de la romería. Allí
visitaron al propietario de la fábrica de ladrillos, el ex diputado a las
Cortes, Modesto Escobar Acosta, quien entusiasmado con la idea, encargó a su
hijo, el director de la industria, Isidoro Escobar Rosas, que diera todo tipo
de facilidades y ayuda para que la celebración de la romería constituyese un
éxito. Como prueba palpable del apoyo del propietario, éste puso a disposición
de la comisión, cuatro carretas y cuatro
yuntas de toros que fueron traídos desde el pueblo de Coín (Málaga).
ROMERÍA DE 1929. El despertar del miércoles día 28 de Agosto de 1929, día
escogido para la celebración de la romería, trajo consigo la preocupación de
los organizadores del acto. Una fina lluvia
venía a ser el colofón de una tomentosa noche que presagiaba la suspensión de
la comitiva. Sin embargo, a medida que
iba avanzando el día, el sol hizo acto
de presencia y, aunque más tarde de la hora prevista, se puso en marcha desde
la ermita la carreta preparada para conducir a la Virgen de Zamarrilla hasta la
Colonia de Santa Inés. La carreta era
movida por una yunta de bueyes enjaezados al típico modo romero. En el centro la Dolorosa luciendo su saya y
corona imperial y en el pecho la rosa.
El momento
culminante lo constituyó la llegada a la Colonia de Santa Inés. Al júbilo popular sucedió el traslado de la
Imagen desde la carreta que la había transportado hasta el altar dispuesto para
tal fin en la capilla de la fábrica de ladrillos. Eran las doce de la mañana y comenzaba la
celebración de la misa de romeros. Una
vez concluido el acto religioso, los participantes en la romería se dispersaron
por las zonas aledañas a los tejares.
(Es probable que muchos de los romeros que iban a caballo, se refugiaran
al abrigo de la sombra del arroyo de las cañas, y probablemente en los aledaños
del Convento del Cañaveral.)
ROMERÍA DE 1930.- En 1930, la romería
ubicada en esta ocasión en los viveros del Río Guadalhorce, se desarrolló el
viernes 15 de Agosto, día de la Asunción, festividad mariana por excelencia,
“la Virgen de Agosto”. Pensamos que este
cambio vino a responder al deseo de resaltar el criterio de lo sagrado sobre lo
profano para, en alguna medida, acallar las voces discordantes que señalaron
que la única razón para la celebración de la romería era la festiva, y que poco
o nada tenía que ver con la imagen, máxime cuando se trataba de una Dolorosa y
no de una advocación letífica más acorde con la naturaleza eminentemente
festiva de estos actos.
En cierta medida se
le quiso dar una entidad y protagonismo propios al ubicarse en un día de claro
sentido mariano en el orbe religioso.
Las razones para el cambio de destino, los viveros del río Guadalhorce
en lugar de los tarajes de la Colonia de Santa Inés, pensamos obedeció más a
criterios de comodidad. Efectivamente,
la zona de la Colonia, con sus terrenos arcillosos y lagunas, no ofrecía un
panorama acogedor para los romeros, máxime en un mes de agosto malagueño. Por el contrario, la cercanía del río y la
exuberancia de plantas en la zona de los viveros prestaban la idoneidad propia
de un paraje de descanso y de agradable temperatura. Asimismo la carretera de Cádiz (Nacional 340)
por donde transcurriría, era un lugar de
más fácil tránsito para los vehículos.
Del mismo modo, la distancia hasta el sitio escogido vendría a señalar
un último exponente para justificar dicho cambio; la Colonia de Santa Inés constituía una zona
excesivamente cercana a la Ermita, sin olvidar que la mayoría de las familias
malagueñas acudían al “Rio de Málaga” como lugar típico de las excursiones
campestres.
Así pues, el 15 de
Agosto de 1930 se puso en marcha la segunda y, por ahora, última “Romería de Zamarrilla”, en la que la Virgen de las Amarguras portaba
un manto, cuya tela había sido adquirida por la Condesa de Berlanga de Duero en
Paris y confeccionado en la Corte; sus
manos bajas sosteniendo un pañuelo, y sobre el pecho, la rosa roja, pero sin
puñal, -símbolo iconográfico de la Dolorosa- atributo que posiblemente quedaría
desplazado al procesionarse la Imagen en una efemérides de gloria.
Tal como se ha
afirmado con anterioridad, esta romería sólo se desarrolló durante los años
1929 y 1930. Los acontecimientos de
mayo de 1931 truncaron con la quema de los Titulares de la Hermandad de la
Amargura, lo que estaba llamado a convertirse en un fenómeno sociológico de
masas en Málaga, dado el éxito que tuvieron los actos tanto el primero como el
segundo año, y que no dudamos en calificar como uno de los acontecimientos
festivos-religiosos más importantes de la Málaga de este siglo.
Tras la brutal
ruptura que, contra esta incipiente “tradición”, supuso la violenta destrucción
de las Imágenes de la Hermandad, el fenómeno de la “Romería de Zamarrilla”
quedó como un elemento a custodiar en el recuerdo. Las críticas que contra la presencia de una
Dolorosa procesional como centro de una romería se habían vertido, no lograron lo que en cuestión de minutos
consiguió el fuego, hacerla desaparecer.
Había quedado para la memoria.
En la década de
los ochenta, nos consta, que aún hubo un intento por parte de un sector de la
Junta de Gobierno de la Hermandad de hacer revivir esta tradición. Sin embargo, la oposición de otro sector, así
como el de las propias autoridades eclesiásticas que, con el clásico argumento
de que una Dolorosa no es una imagen para procesionar en una romería, se
oponían a su celebración, han logrado que la Virgen de Zamarrilla sea una
escultura cuyo culto externo se limita tan sólo a la noche del Jueves Santo,
como cotitular de una Hermandad de penitencia.
UNA CRUZ EN UN CAMINO
En el año 1793, el canónico e historiador Cristóbal
Medina Conde, dejaba constancia escrita de la antigüedad de la denominada “Cruz
de Zamarrilla” y de la Ermita de Zamarrilla, situadas al fin de la calle de
Mármoles, como se sale al campo. También
hace referencia a una anotación realizada en los libros del Cabildo de la
Ciudad de Málaga en el año 1649. Se refería
a las excavaciones realizadas en las inmediaciones de la Cruz de Zamarrilla hoy
cerca de la calle del Carril, con el objetivo de localizar los restos de los
Santos Patronos de Málaga Ciriaco y Paula.
Del mismo modo, alude a lo escrito por el jesuita Padre Morejón, quien
aseguró que provino de algún cristiano católico de este nombre que pondría allí
la Cruz; y otros decían que se colocó,
como es costumbre a un tal Zamarrilla que mataron en aquel sitio.
Sea como fuere, es que el origen de la Cruz
de Zamarrilla se hunde en el tiempo histórico no habiendo hasta el presente,
constancia documental del momento de su edificación. Incluso, algunos aseguran que se alzó en el
lugar ocupado por las tropas castellanas mandadas por Hurtado de Mendoza
durante el periodo de asedio a la ciudad de Málaga en 1487.
Medina Conde, en su obra “Conversaciones
Históricas Malagueñas” Conversación XXVI, página 46, cuando se refiere a las
estancias o campamentos con que se cercó la ciudad de Málaga para su conquista
a los moros por las tropas cristianas de los Reyes Católicos, en 1487,
dice: …La estancia 10, la ocupó D.
Hurtado de Mendoza en el sitio que hoy llaman la Cruz y Ermita de
Zamarrilla…..D. Hurtado de Mendoza combatió un portillo que estaba en el muro
del Arrabal de la Cruz de Zamarrilla y peleando con los moros entró con su
gente……
Sea como fuere, lo
cierto es que si Pedro Morejón habla de la Cruz de Zamarrilla antes de su
muerte (1678) cuando escribe su, “Historia General de la Antigüedad y Grandeza
de la Muy Noble Ciudad de Málaga” en esta fecha, la Cruz ya existía.
También, si Cristóbal Medina Conde, habla
tanto de la Cruz como de la Capilla de Zamarrilla en su Conversación XXVI,
antes de su muerte en 1798, es que ambas
ya existían en esas fechas.
LA LEYENDA DEL BANDOLERO
“ZAMARRILLA”
“El “Zamarrilla”,
nombre con que la tradición recuerda a Cristóbal Ruiz Bermúdez, debe ese apodo
a una Cruz, un hito que antes había en un punto del llamado camino de
Antequera, que los primeros habitantes del barrio de la Trinidad habían
levantado al final de la calle Mármoles, en una amplia zona despoblada en la
que crecía la zamarrilla, planta silvestre de escasa altura y de flores blancas
o encarnadas y muy aromáticas, similar a la manzanilla campestre. Era tal la exuberancia de zamarrillas en este
terreno que los antiguos lugareños bautizaron a la Cruz con ese nombre, la Cruz
de Zamarrilla, nombre que luego heredaría la ermita que se levantó en el mismo
lugar para la veneración de la Virgen de la Amargura y con que todavía se le
conoce en nuestros días.”
La leyenda del bandido de Zamarrilla y la
Virgen de la Amargura, a la que la vox populi adjudica a unas raíces
inmemoriales, ostenta en realidad una cronología mucho más cercana a nuestros
días de lo que a simple vista parece.
Hasta después de 1937, en que finaliza la Guerra Civil en Málaga, no se
constata la más mínima referencia al relato literario, ya que no sería hasta la
institución de la Hermandad del Cristo de los Milagros y María Santísima de la
Amargura, cuando aparece la figura del bandolero y se una a la imagen de la
titular mariana, que popularmente ya nadie conciba a ambos el uno sin otro. Por otro lado, si la leyenda está referida
en época de Fernando VII, allá por 1800, y ya la Cruz de Zamarrilla es referida
por Medica Conde en 1649, pienso que la leyenda del Bandido de Zamarrilla es
posible que al haber sido escrita para el teatro, la podemos dejar en eso,
leyenda popular, que los malagueños al estar referida al bandolero y a la
Virgen de la Amargura, toman la leyenda como un hecho cierto, un milagro de su
Virgen, dejándose llevar por la fe y el amor a la Madre de Dios y por ello,
tanto a la Virgen como a la Ermita y a la Casa Hermandad, se las conoce como
“De Zamarrilla”.
Medina
Conde, coetáneo de los acontecimientos, nunca mencionó la existencia de
bandidos con tanto renombre relacionado con la ermita.
LEYENDA. “Dice
la historia, que allá por el año 1800, había un bandolero llamado Cristóbal
Ruiz Conde, que en aquella época era el más temible y sanguinario bandolero que
se recuerda conocido con el apodo de “Zamarrilla”. Había nacido un día de 1796 en Igualeja,
pequeño pueblo escondido entre los múltiples montes, cerros y colinas que
configura la Serranía de Ronda (Málaga). Este hombre perseguido por la justicia solía
bajar de las montañas a la ciudad de Málaga, (como dice una canción, “Málaga
era un puerto marinero donde a por cariño iba y venía”) una de estas veces cuando huye de los
Corchetes, encuentra una capilla
(seguramente de algún convento cercano) y en ella una Dolorosa trinitaria bajo
cuyo manto se esconde. Los guardias entran en el oratorio, buscan por todas
partes y al rato salen decepcionados sin comprender dónde se ha podido meter el
bandido en sitio tan pequeño, y un poco
temerosos huyen pensando que puede ser obra del maligno.
Zamarrilla permanece largo tiempo escondido bajo el manto hasta
comprobar que sus perseguidores se han marchado sin descubrirlo, y como hombre
agradecido, a pesar de su tosquedad, quiere agradecer a la Virgen su ayuda, mas
como nada de valor lleva, corta una rosa blanca de las que adornan el altar y
la clava con su puñal en el pecho de la imagen.
La flor queda prendida en María; pero es entonces cuando Zamarrilla
contempla entre el asombro y el miedo cómo la rosa se va tiñendo lentamente de
sangre. Sobrecogido por lo que ve, toca
a la Señora, pensando que se ha tornado humana. Divinamente humana en su
misericordia por ampararlo. Y con cierta
ternura que él mismo desconoce, le acaricia el rostro. Y comprueba que sus lágrimas son de cristal,
y que su talla es de madera, y toda Ella es rígido armazón que nada tiene de
humana blandura. Pero la flor, la rosa
que hace un instante tenía el blancor de la nieve, continua sangrando hasta
quedar convertida en una rosa roja y luminosa.
(De ahí, que la Virgen de la Amargura “Zamarrilla”
lleve desde entonces una rosa roja prendida del pecho) Y sigue contando la tradición,
que el bandido viendo a la Señora llorar se arrepintió allí mismo de su azarosa
vida, prometiendo a la Virgen cambiar su existencia de malhechor y profesar en
un convento para el resto de sus días”.
El “Milagro de Zamarrilla” fue adaptada al teatro
por Pedro Carrillo López, y presentada
en el Teatro Ara de Málaga, por Ángeles Rubio Argüelles.
LA REALIDAD DE LA CRUZ DE
ZAMARRILLA
En enero de 1452, el Ayuntamiento dio permiso a Juan
Hernández para que edificase una venta en el camino que va de esta ciudad a
Antequera “….media legua arriba de la venta de la Cruz, en los montes reales de
los términos desta çibdad….” ( Se refiere al
camino de Antequera actual y al Puerto de la Torre.) Como podemos observar, no había una
denominación especial en esa fecha ni para la cruz que se menciona ni para la
venta construida en sus inmediaciones. Los linderos de este humilladero no
están definidos con toda claridad, por lo que recurriremos a distintos
documentos y a la información, bastante difusa, que nos da el tercer libro
de Los Repartimiento de Málaga, mandado
a hacer por Fernando V de Aragón, que incluye las huertas y a quienes se las
dieron. De la única señalización que
podemos disponer es la que nos da la concesión que el Ayuntamiento dio a la
Cofradía del Santo Rosario del Barrio de la Trinidad para construir una ermita
en el lugar que ocupaba la Cruz y ermita que subsiste en la actualidad y que se
haya colindante con calle Mármoles.
Volviendo al Libro de los Repartimientos,
leemos que a la Iglesia Mayor, se le dieron tres huertas contiguas, una de
treinta y cinco estadales, otra de tres cuartas y cuatro estadales y otra de
treinta y un estadales. La primera huerta que fue arrendada por el Cabildo a
Isabel López y que lindaba con la calle Mármoles. Los dueños de las huertas, solía poner una
condiciones en estos arrendamientos. Una
de ellas era el pago del censo en los plazos estipulados; en caso de no cobrarlos dos años seguidos la
huerta “caía en comiso” y el arrendatario perdía el derecho y los dueños
recuperaban la huerta. Isabel López
aceptó estas y otras condiciones y pasado el tiempo se casó con Cristóbal
Pérez, del que tuvo un hijo al que llamaron, Hernán.
Cuando murieron Isabel y Cristóbal, quedó
como heredero su hijo Hernán que desconociendo las obligaciones que su madre
había contraído con el Cabildo, vendió la huerta ignorando a Éste, a Alonso
Hernández Zamarrilla, de origen morisco, labrador y tratante de ganado mayor,
constituyendo escritura de compraventa. Zamarrilla tomó posesión del huerto y
comenzó a trabajar en él y a construirse una vivienda, invirtiendo en ello,
20.000 marabedís.
En septiembre de 1536 El bachiller Rodrigo
Yanes condenaba a Zamarrilla a otorgar nueva escritura ante el Deán y Cabildo
reconociendo que eran los dueños auténticos del huerto. La ejecución definitiva se le comunicó en
enero de 1537, pero Zamarrilla siguió viviendo en la casa que se construyó,
pagando la hipoteca al Cabildo y haciendo su vida normal de compra y venta de
ganado vacuno, con lo que ganó mucho dinero.
A finales del año 1542 o 1543, Zamarrilla y su esposa fueron denunciados a
la Inquisición por prácticas de ritos pertenecientes a la religión musulmana. El sistema era simple. Se le encerraba en la cárcel de la
Inquisición, se expropiaban todos sus bienes muebles y raíces que,
inmediatamente, eran vendidos en subasta pública. Se les habría un proceso del que nunca
saldrían con vida o, en el mejor de los casos, reconciliados pero sin un
céntimo.
Esto lo podemos leer en el siguiente
documento:
“Leonor
de Morales reconciliada, vecina de Málaga y Alonso Hernández Çamarrilla
condenado, su marido, el secresto de los susodichos vendió Gaspar de Velasco y
le va cargado en las cuentas que se le tomaron en el año 1545 y lo que del
secresto del susodicho se dexo por averiguar y despachar esta en cuatro pliegos
firmados de my Alonso Guerrero que se an de sacar para el dicho receptor o
dárselos ansy pues queda en poder de my el dicho notario el secresto original.”
.Y
el otro documento:
“Yo
Melchor de Linares vecino que soy desta noble e muy leal Çibdad de Málaga digo
que por cuanto yo obe e compre de Gaspar de Belasco, receptor del Santo Oficio
de la Ynquisiçion de la Çibdad e reyno de Granada una heredad de viña que fue
de Alonso Hernandez de Çamarrilla preso en la carçel del dicho Santo Ofiçio de
la Ynquisiçion y de Loeonor de Morales, morisca, su mujer la qual dicha heredad
de viñas con sus arboles……(etc) a diez y siete días del mes de Abril año del
naçimyento de nuestro salvador Jesucristo de myl e quinientos e quarenta e
quatro años….etc.
Naturalmente que en la subasta de sus bienes
también entró la ya conocida huerta del Cabildo en la que él había construido
su casa.
Este apellido Zamarrilla será el nombre que
se dé a partir de estos hechos, no sólo al huerto sino también a la Cruz de
humilladero del camino que va a Antequera, dada la proximidad que existe entre
la huerta y la mencionada cruz. En el
pueblo malagueño, y en los habitantes de lo que empezaba a ser el barrio de la
Trinidad, había calado muy honda la tragedia que sufrió Zamarrilla. Primero porque era muy conocido por los
vecinos, después fue el engaño en que cayó al comprar el huerto; el silencio del Deán y Cabildo durante dos
años para aprovecharse de él y de las mejoras realizadas en el huerto; después la Inquisición haciendo desaparecer a
Zamarrilla y el enfrentamiento entre ésta y el Cabildo y, por último, la tensa
espera del fallecimiento de Hernán Pérez, momento en que el Cabildo se vuelve a
enfrentar a la Inquisición para recuperar la huerta. Así, en el corto espacio de 10 años, la cruz
pasó de no tener nombre a tomar el de Zamarrilla.
BIBLIOGRAFÍA
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JOSE
JIMENÉNEZ GUERRERO Y JUAN ANTONIO SÁNCHEZ LÓPEZ. “ZAMARRILLA, ” historia, iconografía y
patrimonio artístico monumental. Pags.
15, 29 y 61.
ARCHIVO
HISTÓRICO DE LA HERMANDAD DE ZAMARRILLA
ARCHIVO
DEL CABILDO DE LA CATEDRAL DE MALAGA.
Legajo 24
LA
SAETA. Revista de la Agrupación de
Cofradías de Semana Santa de Málaga.
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