sábado, 2 de julio de 2022

EL SANTO CRISTO DE LA SALUD DE MÁLAGA

 

 EL SANTO CRISTO DE LA SALUD DE MÁLAGA               

 

 

   EL QUE TRAJO LA SALUD A MÁLAGA EN 1649

 

 

 

   Rebuscando en la historia no hay imagen de Cristo en la ciudad con un poso devocional tan influyente como el Santo Cristo advocado de la Salud, que celebra su fiesta votiva el 31 de mayo.  Una conmemoración de su tradición milagrosa que en el año de 1649 obtuvo sus mayores cotas salvando a la ciudad, dicen las crónicas, de una epidemia indiscriminada de peste.

   Desde entonces y hasta aún hoy, la talla del Santo Cristo de la Salud goza de una silenciosa pero forjada devoción entre muchos malagueños. Esta escultura de Jesús Atado a la Columna, que se da por obra de José Micael y Alfaro (1633), preside desde mediados del siglo XIX el magnífico templo circular de la calle Compañía, que fue el primer gran asentamiento jesuita en la ciudad, y hoy con dedicatoria expresa al Santo Cristo.

 

   Todo empezó hacia 1633 cuando en el convento de los trinitarios calzados, (actualmente un edificio con mucho pasado pero con poco futuro) se fundó una piadosa hermandad de penitencia en torno a un Cristo atado a la Columna allí existente y que, según se creía, había sido donado por los Reyes Católicos.  Quizás porque los frailes o el patrono de la capilla donde se veneraba, que era el regidor Juan Tristán de León, quisieran el monopolio sobre la misma, los cofrades pronto llegaron a la conclusión de que lo mejor era contar con una escultura propia, para lo que contrataron una con el escultor de origen turolense José Micael y Alfaro (1595-1650).  

    La imagen que se historia, no entró con buen pie, porque casi simultáneamente a su hechura, la hermandad se vio envuelta en una crisis que le hizo suspender la procesión anual del Miércoles Santo y trasladarse desde la Trinidad hasta la céntrica iglesia de San Juan, para lo cual tuvieron que deshacerse de ella, dado que en esta parroquia ya existía un Cristo flagelado al que el clero allí adscrito les obligaba a rendir culto. De esta forma la talla de Micael pasó a manos particulares.  Primeramente a las de una tal Ana de Medegal, y tras su muerte, a las de un anónimo propietario que vivía en la Alcazaba malagueña.

LA PESTE.-   Así estaba la situación cuando en noviembre de 1648, se sintieron los primeros síntomas de una de las pestilencias más devastadoras de las que ha sufrido Málaga, que llegaría a perder en los meses que duró más de una cuarta parte de población. El lunes 31 de mayo de 1649, cuando mayor virulencia alcanzaba la enfermedad, la viuda del último propietario del Señor se mudó de casa, por lo que requirió los servicios de un carretero para trasladar sus pertenencias, entre las que se encontraba la escultura. Al pasar el carro ante las puertas del Ayuntamiento, en la hoy plaza de la Constitución, se dio la circunstancia de que la pareja de bueyes frenaron en seco su marcha negándose a avanzar pese al castigo que les infligía su dueño.  El hecho por lo extraño, motivó la curiosidad de quienes se encontraban cerca, arremolinándose para ver en qué quedaba todo aquello.  Fue entonces cuando una voz de niño se impuso advirtiendo: «¡Miren de qué suerte llevan a un Santo Cristo!».  Los presentes no viendo por parte ninguna criatura alguna, quedaron llenos de estupor, procediendo el escribano Francisco Solano Alcázar a registrar el carromato encontrando cubierto bajo unas frazadas a la sagrada efigie.

   La reacción espontánea de los testigos del hallazgo, entre los cuales se encontraban varios mayordomos de la Cofradía de la Esperanza, radicada en la vecina ermita de Santa Lucía que se alzaba en la actual calle de ese nombre, fue a introducirla a hombros en las Casas Consistoriales, mientras proclamaban que portaban al verdadero médico que curaría a Málaga.  La narración de lo sucedido se extendió rápidamente entre el vecindario que se agolpó para visitar al Señor entronizado en la capilla municipal y bautizado desde ese instante como “Santo Cristo de la Salud.”  Dado que la peste fue remitiendo progresivamente desde esa jornada, el pueblo piadoso no dudó en una providencial intervención divina. (Todo ello se encuentra puntualmente recogido en las actas capitulares del Consistorio con fecha de 1 de junio de 1649)  Apenas un día después del hallazgo supuestamente milagroso y redactado por el regidor Martín de Mújica, (aunque será el relato redactado por el impresor Juan Serrano de Vargas en su célebre 'Anacardina espiritual' compuesta en 1650 quien fijaría toda la invención acerca del origen de la teúrgica imagen.)

   Para entonces ya se había propagado la historia paralela de que su artífice, el mencionado Micael, autor igualmente del apostolado del coro de la Catedral, viendo los portentos obrados por su obra, había anunciado que su muerte estaba cerca. (Al parecer esto respondía a la creencia extendida entre los imagineros de que quien labraba una talla milagrosa fallecía al poco tiempo.)  Sea inventiva del imaginario popular o por pura aprensión del maestro, éste falleció efectivamente justamente un año después de los sucesos de la plaza, siendo enterrado en la iglesia de Santiago de Málaga.

 

REFLEXIÓN.- Piensen en una ciudad portuaria de calles tortuosas y sucias, donde se ha declarado una epidemia y cuyos medios para combatirla es purificando el aire, quemando pólvora y romero, esparciendo estiércol de vaca por doquier y disparando cañonazos desde las baterías de defensa.  Los médicos ni siquiera se atreven a entrar en las casas de los afectados, limitándose a vocear en la puerta los remedios que se les ocurren, más propios de nigromantes que de personas de ciencia.

En hospitales improvisados se hacinan la mayoría de enfermos asistidos rudimentariamente esperando la muerte y a ser conducidos a los llamados “carneros” donde serán enterrados cubiertos de cal viva. Esa dantesca ciudad, que en realidad podía ser cualquier otra del occidente europeo es Málaga, donde hasta bien entrado el siglo XIX, se combatía las periódicas pandemias según el delirante protocolo descrito. Así no es de extrañar que la gente de entonces, impotente ante el mal, buscara el remedio sobrenatural, impelida por la creencia de que la peste era un castigo enviado por Dios a un pueblo pecador.

   Este es el origen de innumerables devociones repartidas por todo el mundo católico, y más concretamente de la devoción al Santo Cristo de la Salud, protector jurado de la ciudad por iniciativa de su Ayuntamiento y equivalente a la patrona Santa María de la Victoria que fue siempre de la predilección del estamento eclesiástico.  Hoy cuesta imaginar la enorme devoción que los malagueños de antaño sintieron por este Cristo, similar o superior al fervor que desde mediados del pasado siglo suscita la efigie de Jesús Cautivo entre sus descendientes, lo que es demostrativo de que hasta los sentimientos más íntimos y sagrados no son inmunes a las veleidades humanas.  Ahora que se acerca el día 31 de mayo, fecha de su festividad, no está de más ilustrar o recordar a quienes gustan de estos temas, el apasionante origen de esta imagen del Señor.

 

                 LA IGLESIA DEL SANTO CRISTO DE LA SALUD

 

   La Iglesia del Santo Cristo de la salud del siglo XVI, conocida como del Santo Cristo fue fundada por la Compañía de Jesús a quienes se les debe el nombre de la calle Compañía. Es el edificio que nos encontramos a la derecha de esta calle, característico por su planta circular.

   Los jesuitas al haber realizado misiones en Málaga, decidieron en 1572 asentarse definitivamente en la ciudad, comprando una casa al lado de la ermita de San Sebastián donde ejercían su ministerio.  Al ser la ermita insuficiente para el culto, se determinó construir una nueva iglesia.  Las obras no se comenzaron hasta 1598, y se inauguró el 28 de septiembre de 1630 aunque se continuaron algunos trabajos hasta 1644.

   Lo más interesante de ver es su cúpula, de la llamada de media naranja con un anillo con pinturas que simula elementos de obra de modo muy realista.  Asimismo, la bóveda está pintada en tres partes concéntricas de gran belleza, con pinturas ilustrativas que ayudaba a aprender a los hermanos que estudiaban en el centro de estudios humanísticos al que pertenecía todo el conjunto.  Son importantes además las pinturas de los altares y las esculturas, dos de ellas, las correspondientes al Cristo Coronado de Espinas y la Virgen de Gracia y Esperanza que son las de la popular Cofradía de Estudiantes, que sale el Lunes Santo a hombros de estudiantes de Málaga.

   La iglesia es obra de Pedro Sánchez, que diseñó este edificio barroco de planta octogonal sobre un solar donado por el Obispo Blanco Salcedo en 1572.  Fue inaugurada el 28 de noviembre de 1630.  Los jesuitas Angel Cortés y Díaz de Ribero diseñan el retablo mayor y el tabernáculo.  La portada principal data de los años 1659-1660 y los establos de San Ignacio y de San Francisco Javier, son de 1672 y 1678.  Al siglo siguiente, José Martín de Aldeahuela abre una pequeña capilla en medio del retablo dedicado a San Pedro.

   La Iglesia dedicada originariamente al mártir San Sebastián, fue el templo de un potente colegio para la formación de los hermanos de la Compañía, que se sentó con carta fundamental en 1572 en la ciudad de Málaga, coincidiendo con la primera gran expansión de la orden de los Soldados de Cristo, tan sólo treinta y dos años después de su constitución oficial ante el pontífice Pablo III.

   Tras la desamortización y la expulsión de los jesuitas en 1767, la iglesia fue transferida al Montepío de Socorro, que regentaba la parcela vecina de la casa del Consulado y la escuela de San Telmo.  En 1790 pasaron a manos de la Sociedad Económica de Amigos del País.   A mediados del siglo XIX, se creó el Patronato del Santo Cristo de la Salud.  En 1849 la imagen titular fue situada en el hueco que antes ocupaba  la imagen de San Pedro.  Esta consiste en una talla de José Micael y Alfaro de 1633 y consiste en la imagen de Jesús atado a la columna.  A esta talla se le atribuye la curación milagrosa que se dio en la ciudad en el año 1649 cuando apareció durante una epidemia.  En esta iglesia se encontraba la sepultura de Pedro de Mena, actualmente en la abadía cisterciense de Santa Ana.

 

 

                                            BIBLIOGRAFÍA

 

 

 

 

ADVOCACIONES DE LA SALUD.I CONGESO NACIONAL.  Aguilar de la Frontera, pp. 169-225

W. Soto Artuñedo;  la actualidad de los jesuitas a la Málaga moderna.

 

ADVOCACIONES DE LA SALUD. I   Congreso Nacional Aguilar de la Frontera.                                         

Francisco J. Rodriguez Marín. El Cristo de La Salud,  pp. 170-192

 

Isla de Arriarán, 8 pp. 28-30

  Salvador Jiménez,  Historiador.   Presidente de la Asociación Cultural Segrí de Málaga

                                               Conferencia sobre el Cristo de la Salud.                

 

 

                          ALTAR MAYOR DE LA IGLESIA

 

 

 

 

 

 





 

 

 

 


                                    

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